Si tomamos en cuenta que pasamos durmiendo una tercera parte de nuestra vida, podemos concluir que algo importante sucede mientras lo hacemos o no sucede si no lo hacemos lo suficiente o de manera adecuada.
En realidad, el bien dormir, al igual que una alimentación apropiada son sinónimos de salud y de calidad de vida a cualquier edad.
El sueño es el proceso fisiológico mediante el cual se le da descanso a los hemisferios del cerebro y esto previene al sistema nervioso central de fatigarse. Así mismo, mientras los niños duermen, se llevan a cabo procesos importantes que tendrán repercusiones a nivel físico y neurológico de manera inmediata y futura, algunos ejemplos de ello son:
Al dormir, se instaura la memoria, se fortalece el sistema inmune, se segrega de manera óptima la hormona de crecimiento (HC), se segregan hormonas como leptina y ghrelina que contribuyen a regular el metabolismo energético, mejora el estado de ánimo y ayuda a regular la conducta, incrementa la capacidad cognitiva y el desarrollo motriz. En suma, el tener hábitos de sueño impactará de manera positiva la vida futura de nuestros niños, así como su rendimiento académico una vez que asistan al colegio.[1]
En un estudio Realizado por el Dr. Marc Weissbluth se encontró que los niños que duermen mejor durante el día (siestas) incrementan su capacidad de aprender del entorno, ya que el estar descansados les permite concentrarse y absorber todo lo que sucede a su alrededor, así mismo, se encontró que los niños que tomaban siestas regularmente eran más adaptables y estaban de mejor humor que sus pares que no lo hacían. [2]
Con lo anterior, no pretendo alarmarte en caso de que tu hijo no tenga una rutina de siestas bien establecida, saltarse una siesta de vez en cuando nos puede suceder a todos y no tendrá ningún efecto adverso sobre la salud o el desarrollo de tu bebé, sin embargo, no hacer siestas en absoluto de manera consistente sí lo llevará a estar sobre cansado y a que su sueño nocturno se vea afectado en consecuencia (el sueño diurno y el nocturno se complementan).
Cada día me encuentro con más casos en los cuales el régimen de la vida moderna y la falta de información fiable en torno al sueño tiene una incidencia negativa en el establecimiento de sueño pleno, profundo y verdaderamente reparador tanto en nosotros los adultos como en nuestros hijos.
Si bien, el sueño es un proceso evolutivo que irá cambiando en cada etapa de desarrollo (conforme el cerebro de tu bebé madure, su ciclo de sueño y sus necesidades también cambiarán) sí podemos establecer hábitos de sueño acordes a la edad y necesidades de cada niño y hacerlo desde el amor y el apego.
En este sentido, la información y la prevención juegan un papel fundamental para implementar el conjunto de hábitos (rutinas, horarios, ambiente de sueño y forma de dormir) que le permitirán a tu bebé (y en última instancia ti también) dormir adecuadamente desde muy temprana edad para evitar problemas de sueño en un futuro.
¡Te invito a hacer del sueño una prioridad en casa!
A continuación, les dejo una tabla de las necesidades de sueño totales según la edad de tu bebé:
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